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miércoles, 1 de septiembre de 2010

AUTOAYUDA


Termina el verano y todo vuelve a su lugar. Unos al trabajo, otros a la escuela. Los coches vuelven a llenar las calles, y los gobiernos vuelven a apretarnos el cinturón, cada vez con menos disimulo.
Pero algunas cosas continúan porque no han hecho vacaciones. Los afectados de TP siguen con las mismas dificultades sociales y laborales, y sus familiares siguen con la misma angustia, el mismo dolor, y la misma duda de siempre: ¿Qué futuro les espera a nuestros hijos con TP?
Nadie tiene una respuesta tranquilizadora para esa pregunta. El sistema sanitario atiende poco y mal las enfermedades mentales, y además le afecta la crisis. Los servicios sociales se ocupan poco y mal de estos problemas, y también les afecta la crisis. Las administraciones públicas se limitaban a conceder unas migajas del desorbitado gasto público a las asociaciones de autoayuda como El Volcán, pero también les afecta la crisis. Lo mismo les sucede a otros organismos, como las cajas de ahorro.
Es más que nunca el momento de la autoayuda. Para eso nacieron las asociaciones como El Volcán: para que un grupo de personas con unas necesidades muy concretas pudieran ayudarse mutuamente.
Durante algunos años han obtenido también algunas ayudas externas. En algunos casos, incluso unas ayudas muy sustanciales por parte de diversas instituciones públicas y privadas. Todas las asociaciones están notando las restricciones que impone la crisis económica, y las asociaciones pequeñas como la nuestra, mucho más.
Por eso resulta imprescindible ejercer a fondo la autoayuda. Porque si no nos ayudamos nosotros mismos, poco podemos esperar de los de fuera. Afortunadamente, no todo es cuestión de dinero. Es mucho lo que cada uno de nosotros podemos hacer integrados en una asociación.
Si es ilusorio esperar que otros vengan a ayudarnos, sólo tenemos dos alternativas: ayudarnos nosotros mismos o renunciar a que los afectados de TP tengan un futuro.